La habitación individual 206 huele a sábanas almidonadas y a esterilización sanitaria: Magda se hospeda en un antiguo edificio de viviendas reconvertido en hotel del barrio más pobre de Praga. Una pastilla de jabón empaquetada, un vaso de plástico empaquetado y un par de toallas o muy limpias o recién compradas. No sabe dónde se van a buscar las cálidas acogidas, es evidente que aquí no. De hecho, tampoco era su propósito encontrarlas, “aunque uno siempre piensa que quizás...”.
Al cabo de unos días, la habitación individual 206 ha adquirido ya un olor de hogar transitado. La pastilla medio usada, el vaso manchado de labio inferior y las toallas húmedas por el suelo. Las sábanas más arrugadas que su ceño fruncido de preocupación por los tantos desconocidos o torpemente conocidos que las han visitado. En poco tiempo Magda ha convertido esto en un lugar acogedoramente cálido como aquél que, sin pretendidamente buscarlo, esperaba encontrar tarde o temprano, “porque uno siempre piensa que quizás...”.
Cuando hubo finalizado su misión en Praga –nada relacionado con la reinstauración del comunismo–, sin motivos para quedarse ni motivos para volver, decidió ir; dejando atrás la habitación individual 206 de la vida inducida, prestada y transitoria. Sin motivos para quedarse ni motivos para volver, decidió ir allí donde las puertas no son numeradas, ni los interiores asépticos, ni los techos alquilados.
Magda duerme a la intemperie con el billete de avión aplastado contra el pecho.
És de collita pròpia?Pq si és així és genial!
ResponderEliminarGràcies, maca :)
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